En el año 2006, una abogada de
Barcelona solicitó el aplazamiento de una vista en el juzgado. Le fue denegado
porque el juez estimó que el motivo alegado no constituía causa de fuerza
mayor. Llegó el día de la vista y la abogada acudió puntual, con su bebé recién
nacido en brazos. Al verla, el juez cambió su criterio y decidió que un parto
reciente sí era causa de fuerza mayor, así que le concedió el aplazamiento.
Flaco favor nos hicieron las
feministas de los sesenta cuando lucharon por una igualdad que pretendía
ignorar el hecho biológico que nos hace diferentes.
La baja maternal dura, según la
ley, 96 semanas (es decir, casi dos años) en Suecia; 52 semanas (un año) en
Noruega; y 16 semanas (es decir, 112 días, un tercio de año) en España. De
estas 16 semanas, las 6 primeras (42 días) son de reposo obligatorio para la
madre. A menos, claro, que tus obligaciones sean más importantes que tu bebé y
que tu propia salud. Esto es lo que debió pensar Soraya Sáenz de Santamaría,
quien ha preferido dejar a su bebé en manos de otra persona y dedicarse a
quehaceres más importantes relacionados con el nuevo gobierno del Estado. Por
no decir que está incumpliendo la ley.
Las mujeres cuya vida tiene una
proyección pública tienen en sus manos la posibilidad de dar ejemplo y
concienciar a la sociedad de la importancia de la maternidad: de la importancia
de descansar tras un parto, de la importancia de crear un vínculo con el recién
nacido, de la importancia de la lactancia, de la crianza en brazos y de todo
eso que, si me permiten la generalización, nuestras abuelas y bisabuelas sabían
tan bien, que nuestras madres quisieron ignorar en busca de una igualdad mal
entendida y que a nosotras nos tienen que recordar los “expertos” en la materia.
La francesa Rachida Dati es otra que tal baila: la ministra de Justicia se tomó, literalmente, cuatro días de baja. Cuatro.
Por suerte, hay mujeres como la
eurodiputada danesa Hanne Dhal, que acudió al parlamento con su hija de dos
meses; o su compañera italiana Licia Ronzulli, quien llevó a su hija en un
portabebés poco después de nacer y la sigue llevando con ella ahora que ya
tiene un año de edad. "Quiero ser un símbolo, con mi hija Victoria, y
pienso en todas las mujeres que no pueden conciliar su vida profesional con su
vida familiar", declaró Licia tras ser aplaudida por sus compañeros.
En España, en cambio, aplaudimos
la “profesionalidad” de Carme y de Soraya. Luego nos quejamos de los
adolescentes que tenemos, pero no nos quejamos de la crianza que les hemos
dado.